¡Bienvenidos al mundo de Dukattai!

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Yingzar - Capitulo 5




Montones de tela rasgada y palos. Eso es lo único que queda de los campamentos Fergos que, hasta hace apenas treinta minutos, nos habían sitiado durante dos semanas. Miro al General gilhense, que esta frente a la puerta esperando que le dejemos pasar a él y a sus hombres, pero todavía hay una cosa que me preocupa.

- ¡Bienvenido a Jasdrenit, General Arshensis! - Le digo desde lo alto de la puerta. - ¡Soy Yingzar, líder de los supervivientes Yulamianos! ¡He de admitir que no os esperábamos tan pronto! ¡Estoy deseoso de dejaros pasar y celebrar un banquete con los suministros de los Fergos, pero antes tengo que hacerle una pregunta!

- ¡Preguntad pues líder Yingzar!

- ¡Espero no molestaros! - aunque a mí ya me molesta tener que hablar a voces y con tanto protocolo, ¿porqué estoy usándolo ahora que lo pienso? Bueno, nunca esta de más ser educado con tus aliados… si es que lo son, ¿Podrían ser en verdad enemigos y que hayan hecho toda esta parodia para engañarnos? ¿Cuándo abramos las puertas nos mataran a todos y luego revivirán a sus compañeros? - ¡Decidme! ¿¡Como voy a reconocer a sus soldados que llevan todos armaduras Fergo, de cualquier otro Fergo!? ¡No sabemos si en la confusión de la batalla alguno se ha hecho pasar por un soldado suyo!

- ¡Me alegra que me lo preguntéis! - Sonríe mostrando dos dientes dorados. - ¿¡Podéis ver desde allí mi hombrera derecha!? - La señala con el dedo y veo que no es completamente negra como las armaduras regulares de los Fergos, tiene una especie de mancha amarilla.

- ¡Veo algo amarillo!

- ¡Ese es el color de Gilhon! ¡Todos nos lo hemos pintado antes de venir, para poder reconocernos durante la batalla! ¡También pueden mirarnos en la nuca, si eso les preocupa! - ¿Tanto se notan mis dudas?

- ¡Entiendo! - Miro un momento a Greson, que asiente a modo de aprobación. - ¡Abriré las puertas de inmediato! ¡Espero que le guste la cerveza Vindiense, por que es la única que tenemos!

- ¡Será un placer compartirla!

- Abre las puertas y que alguien se asegure de que realmente tienen todos las marcas en las hombreras, - le ordeno a Greson - y que miren en la nuca, que no se anden con disimulos de ningún tipo.

- Entiendo, haré que Roice se ocupe personalmente.

- Bien, que tenga todos los soldados que hagan falta, y que Vad vaya a preparar las cocinas. Después venid Nuar y tú a la posada, necesito oídos que entiendan el gilhense.

- De acuerdo. - Se va buscando a Roice mientras me dirijo a la puerta y espero a que esta se abra. El General es el primero en entrar con su rostro sonriente y un pelo azul oscuro revuelto que le da un rostro peculiar… casi infantil, en completo desacuerdo con su enorme cuerpo.

- Ah, líder Yingzar, es un placer conocerle al fin. Tenemos muchas cosas de que hablar.

- También es un placer General, pero antes de que hablemos de esas cosas, me gustaría abandonar el protocolo para amenizar el dialogo. - Suelta una carcajada y amplia su permanente sonrisa.

- ¡Por supuesto! Espero que en el futuro hagamos grandes cosas juntos.

- Yo también lo espero, pero ¿qué le parece si empezamos por esas cervezas?

- Me parece la mejor idea que he oído en días, y he escuchado muchas muy buenas últimamente. - Me contesta mientras ponemos rumbo a la posada.

- ¿En serio? Me encantara escucharlas también. - Nos sigue Greson y también un par de soldados Gilhenses, Capitanes supongo. Veo a Vad entrar en la posada con prisas seguido de sus ayudantes, espero les de tiempo a preparar las mesas mientras llegamos. - ¿La de haceros pasar por Fergos es una de ellas? - Otra sonora carcajada, parece que además de los títulos, también le gusta reírse.

- La verdad que cuando escuche cual era vuestro plan dije que esa idea era sencillamente un suicidio. Pensé que los Fergos se darían cuenta, por muy bien que hablaseis su idioma, de que no erais aliados; ¡yo nunca os confundiría con un Gilhense! Tu propio mensajero te podrá decir que le respondí que eso era una estupidez.

- Ya me lo dijo, y parecía estar deacuerdo. - Asiente.

- Pero cuando me llego otro mensaje vuestro, sobre el secreto que escondían los Fergos, empecé a verlo de otra manera... deberíais haber empezado por esa parte. - Entramos por las puertas del comedor y veo a Merfia todavía sentada en la mesa. - Vaya, ¿Ésta preciosidad también nos va a acompañar? - Pregunta el General mirándola de arriba abajo y olvidándose de lo que me estaba hablando.

- Si ella quiere quedarse lo hará, pero la verdad es que no habla.

- ¿No habla? ¿Por qué?

- La guerra... le ha quitado muchas cosas.

- Ya veo... ciertamente es terrible… pero bueno, su sola visión ya es un buen regalo para nuestros ojos, así que será un placer beber en su compañía. - Los ayudantes de Vad, que parecen habernos escuchado, nos sirven jarras de cerveza a todos y brindamos por la victoria. Los capitanes de Arshensis no parecen saber hablar yulamiano, y yo no se hablar gilhense, pero el General habla por todos, pero sin apartar en ningún momento la vista de Merfia… y eso me molesta por alguna razón que no entiendo.
Al poco rato se unen Nuar y Jersa, que también atraen evidentes miradas de nuestro invitado; y poco después se nos unen Jeves, Lenger, Herge y él Maestro Salvin. Por último llega Roice informando. Se han comprobado todos los soldados y no ha habido incidentes, también se han curado a todos los heridos, se ha comenzado con el saqueo y desmantelamiento de los campamentos Fergo, y han preparado una gran fosa de fuego para incinerar todos los cuerpos; además nuestro sargento esta asegurándose de que todas las esferas sean destruidas.

- Regresando al tema del que hablábamos… - dice el General - ¿Desde cuándo sabéis el secreto de los Fergos?

- Desde hace once días, exactamente.

- ¿Entonces no sabíais nada antes de haceros pasar por ellos? - Pregunta sorprendido.

- No, pero ya habíamos usado esa estrategia anteriormente para emboscar carros de provisiones y funcionaba mucho mejor de lo que pensábamos.

- Claro que lo hacia. Si están acostumbrados a ver extranjeros aliados, basta con saber hablar el idioma para hacerte pasar por quien quieras. Pero sigue siendo una locura.

- Sí, nunca supimos que esa era la razón de que tuviera tan buenos resultados.

- Yo pensé… ‹En cuanto les vean les van a cortar las cabezas.› - Dice mientras da un gran trago de su jarra. - Sinceramente, no confié en ningún momento que vuestro plan fuese a funcionar, así que continúe con mi estrategia original, dejando la vuestra como alternativa… por si acaso ocurría algún milagro.

- Ciertamente nuestro plan era una locura, nosotros no dejábamos de decírnoslo desde el mismo momento en que lo creamos… pero sin intentarlo no sabríamos si realmente era imposible. - Se ríe.

- Sí, ese es el espíritu. Es mejor intentarlo que lamentar no haberlo hecho… - veo un extraño brillo en sus ojos, ¿un recuerdo amargo del pasado? Tomamos otro trago de cerveza - Pero, cuando me llegó esa carta hace dos semanas en la que decía que de verdad lo habíais conseguido y que habíais pasado tres días haciéndoos pasar por ellos con éxito, con la explicación sobre lo de las esferas y los cuerpos, pensé ‹¡Este plan es brillante! Explota, sin que lo sepan, su mayor debilidad que es también su mayor fortaleza.› Así que rápidamente nos preparamos para usarla nosotros. Al amparo de la noche, recuperamos algunos de los cuerpos Fergo que estaban junto a la muralla, antes de que llegaran las ratas que se los llevaban. Nuestros sanadores comprobaron vuestra historia, y vieron que ciertamente eran personas que al menos habían muerto una vez antes de la última y que tenían implantadas esas esferas en la nuca. Deberías haber visto las caras de nuestros sanadores, no creían ni una sola palabra de las que salían de sus mismas bocas. 

- Nosotros tampoco nos lo creíamos, pero el Capitán Fergo que controlaba esta ciudad resulto ser alguien a quien conocíamos.

- Entiendo, debe ser algo muy difícil de enfrentar. - Un momento de silencio que aprovechamos para beber. - Nosotros las destruimos y quemamos los cuerpos en cuanto terminamos de examinarles, tal y como nos dijisteis en la carta; también quemamos a nuestros soldados muertos, a algunos les tuvimos que desenterrar y créeme que  no le hizo gracia a nadie. Después tomamos las armaduras de los Fergos y se las di a varios de mis hombres, que sabían hablar su idioma con fluidez, y se hicieron pasar por ratas para infiltrarse en su campamento. Y vaya si lo hicieron. Lo consiguieron todos a la primera, sin excepción. Vigilaron al General enemigo y también lograron información sobre Himina y Jasdrenit. Y cada noche metía a más y más de mis hombres. Llegué a tener a cincuenta repartidos por todo el campamento, comiendo de sus provisiones, que menguaban rápidamente, y destruyendo alguna esfera en secreto. - Otra pausa para beber. Ciertamente era una buena estrategia. Estaban en continuo contacto con los muertos, y también podían acercarse a la ciudad, sin levantar sospechas, para informar. - Una mañana, temprano, levantamos el asedio y atacamos. - Se ríe. - No esperaban para nada que lo hiciéramos, les pillamos a penas despertados; intentaron atrincherarse en su campamento, pero mis hombres le prendieron fuego desde dentro y el caos pronto comenzó a descontrolarse.

- Un ataque desde dentro y desde fuera. Así tomamos esta ciudad. - Esta vez me uno a su risa. ¿Será contagiosa?

- Abrieron las puertas para escapar de las llamas y nosotros entramos arrasando a nuestro paso. El General enemigo vociferaba órdenes, pero nadie le hacía caso. Me lo encontré enfrente de su tienda, con una gran espada en las manos y al verme arremetió contra mi con demasiada fuerza, le esquivé destrozándole la rodilla con un martillazo a su paso y luego le remate aplastando su cabeza de un golpe. Los supervivientes, sorprendentemente, intentaron huir por los caminos y obviamente fueron rápidamente alcanzados y aniquilados, no hubo supervivientes. Más tarde me di cuenta de que la estupidez que habían cometido de intentar huir por el camino, era porque si murieran perdidos en el bosque no serían capaces de encontrarlos, y por lo tanto de revivirles. - Lo mismo que pensaron Greson y Roice. - En cuanto dejamos las órdenes necesarias para que quemaran los cuerpos y destruyeran las esferas, marchamos hacia Himina. ¿Has visto alguna vez su camino?

- Sí, estuvimos allí para comunicarnos con ellos. Es un cuello de botella, con montaña a ambos lados que no dejan mas que solo un camino, tanto de entrada como de salida, fácil de defender y casi imposible de atacar. Solo queda la opción de sitiar la ciudad y esperar que sus suministros se acaben.

- Exacto, pero si eres un enemigo que tiene que estar dentro de ese estrecho camino, sitiando la ciudad, ¿qué harías si de pronto apareciera otro ejercito al otro lado?

- Preguntarme por qué los humanos no podemos volar y prepararme para morir luchando.

- Buena respuesta, me gusta como piensas. - Otra estridente carcajada. - Ellos no supieron que hacer, les empujamos hasta las murallas donde fueron acribillados a flechas y hechizos por los soldados de la ciudad y otra vez ningún superviviente. ¿No es increíble la de veces que no logra huir ni un solo Fergo?

- En la batalla de hoy tampoco han habido supervivientes, eso ya son tres de tres.

- Es por que intentan usar los caminos para escapar, su fortaleza es también su debilidad, como ya he dicho antes; así que vinimos con la idea de bloquear primero los caminos, para evitar que huyeran, por eso nos hicimos pasar por ellos. Quieren sobrevivir, pero para eso necesitan que encuentren sus esferas y puedan implantársela a otro cuerpo, pero ignoran que nosotros sabemos eso, así que mueren inútilmente pensando que volverán a la vida por que han logrado hacerlo en un lugar visible donde les podrán encontrar.

- Bueno, ¿y ahora qué vais a hacer? Nosotros vamos a seguir atacando a los Fergos. Y seguramente se enteren pronto de que conocemos su debilidad. Cambiaran todas sus estrategias.

- Yo tengo que esperar la respuesta del Rey, pero créeme cuando te digo que me encantaría poder ir con vosotros, - Dice mientras levanta su jarra llena de cerveza. - y aplastarlos con mi martillo. - Golpea la mesa con la jarra, salpicando todo de cerveza, y todos los presentes vitorean, en señal de aprobación.

Con la historia del General terminada, todo el mundo vuelve a sus propias celebraciones y con la llegada de la noche, hacemos un gran banquete que podría alimentar a un ejército entero durante toda una semana; se cuentan chistes, y la cerveza no deja de pasar de mano en mano hasta bien entrada la noche. Ar, como he comenzado a llamar a nuestro invitado de honor, esta roncando en la silla con una jarra vacía en la mano; Merfia hace tiempo que se fue con Jersa y Nuar a su habitación; no veo ni a Greson ni a Roice, ni a ningún otro. Decido que es el momento de irme yo también a la cama, así que salgo del comedor y subo las escaleras. Allí veo a Greson, junto a la ventana desde la que observe a Heimdred esta misma mañana, y sonríe al verme. ¿Me está esperando?

- He tenido que llevar a tu primo a vuestra habitación.

- ¿Le ha pasado algo?

- Hizo una apuesta con un capitán gilhense sobre quien era capaz de beber más cerveza.

- ¿Y quién gano?

- La cerveza… dos a cero. - Seguro que Herge estuvo usando su magia para aguantar, nunca le ha sentado muy bien. - Nuestros amigos han sido colocados en los edificios de alrededor y he coordinado las guardias, con un capitán gilhense, para que nuestros chicos puedan descansar también.

- Perfecto, ¿qué tal la “limpieza”?

- El Sargento Serfer se ha ocupado personalmente de que todos los cuerpos fueran quemados y todas las esferas destruidas. - El sargento que esta mañana nos aviso de la llegada de nuestros “enemigos”. - Tenemos que discutir cierto asunto.

- ¿Qué asunto?

- Lo que vamos a hacer a partir de ahora.

- Creía que eso estaba muy claro.

- Y lo está, pero no podemos seguir de la misma forma. Necesitamos más tropas.

- ¿Más tropas? ¿De dónde las vamos a sacar?

- En la próxima reunión voy a proponer que hagamos una compañía.

- ¿Una compañía? ¿Cómo las de mercenarios? - Ya no quedaban compañías como esas en los once reinos, todas habían caído o disuelto tras las primeras batallas contra los Fergos hace cinco años. Algunas intentaron cambiar la capa, pero dejaron de saberse de ellas… seguro que los Fergos los usaron para implantarles esferas y están usando sus cuerpos como maquinaria de guerra. - ¿Para qué haríamos algo así?

- Para poder recoger gente, por supuesto. Por lo que he oído durante la cena de hoy, parece que el rey de Gilhon quiere recuperar, o tal vez conquistar para él, Drosura. Dejemos que nos contrate. Habrá supervivientes, igual que nosotros, que quieran pelear; pero no podrán entrar en el ejército gilhense por que son extranjeros, así que adoptémoslos nosotros. - Dice abriendo los brazos. - Los que más anhelen la venganza, irán con nosotros hasta Fergoloth para acabar con su rey.

2 comentarios: